Comentario
La política severiana de fronteras exigió elevados gastos. Se consolida la annona militar, impuesto en especies destinado al abastecimiento del ejército; permitía al Estado garantizar los mínimos alimentarios y no incrementar los sueldos en monetario de los soldados. El prefecto del pretorio recibe la misión de hacer recaudar puntualmente esos ingresos, con lo que sus funciones se asemejan a las de un procurador imperial. Para garantizar el aprovisionamiento, el Estado obliga a los intermediarios navieros a colaborar en el transporte. La elevación más gravosa de los impuestos, salvo la intervención de Caracalla con la subida al 10 % de algunos impuestos indirectos, venía determinada por los impuestos extraordinarios.
La apropiación por Septimio y por su hijo Caracalla de grandes dominios senatoriales fue un apoyo a estos necesarios ingresos. Los dominios imperiales se llenaron de colonos comprometidos por un contrato indefinido de arrendamiento; para estimular el rendimiento, se aplicó con frecuencia el arrendamiento con reparto de partes del beneficio. Pero el control de tales explotaciones exigió un número mayor de procuratores. Tales tierras sirvieron también de compensación económica para asentar a veteranos. La figura del soldado-campesino es todo un símbolo de la tensión económica y militar de la época.
Cuando los impuestos regulares y los extraordinarios no fueron suficientes, la administración no dudó en exigir otras aportaciones especiales: dedicación de horas de trabajo para la construcción de obras públicas e incluso, para labores agrícolas en tierras imperiales, la obligación de las asociaciones profesionales de ponerse al servicio del Estado, etc.
El peso de los juristas en la corte y las ideas generalizadas en la época se reflejan en múltiples medidas humanitarias: la institución de los alimenta inaugurada por los Antoninos se mantiene y amplía con formas nuevas para ayudar a niños y niñas desheredados. El Estado intenta, así, ser un factor de contrapeso de las fuertes desigualdades sociales. Las tendencias hacia la consolidación de grandes dominios parecen imparables, pero ello conduce a la aparición de amplias capas de marginados. La protección de esos débiles, tenuiores, frente a los poderosos, potentiores, es asumida parcialmente por el Estado severiano.
Fueron, en cambio, escasas las medidas destinadas a sostener a las pequeñas burguesías urbanas. Ellas no encontraban medios de librarse de la presión fiscal. En Oriente y en África aún mantienen una posición sólida; en Oriente, gracias a las ventajas del comercio, y en África, por los beneficios de la tierra. Es precisamente en este momento cuando se contempla la mayor creación y pujanza de los municipios africanos. En otras partes del Occidente, como en Hispania, la época coincide con la del comienzo de la quiebra de las oligarquías municipales de muchas ciudades.